Trazos
Trazos (…) se asume como un libro otoñal, por la razón —al fin circunstancial— de haber comenzado su autor a escribir los poemas que la forman el día que cumplió sesenta años, los sesenta que Joseph Brodsky no llegó a cumplir. Al hilo de ese motivo coyuntural, la caracterización del otoño estacional y vital hecha por el poeta sienta sus reales y escapa a cualquier asociación prestablecida: las hojas de los árboles caen, por supuesto, en algún poema del libro, y en otros más miramos los rastros de la cosecha levantada y cierta luz peculiarmente crepuscular. Pero, más allá de esos trazos de composición colorística y atmosférica, el otoño del calendario y de la propia vida se caracterizan en los poemas de esta colección bajo los rasgos de una etapa singular y nueva y avasallante y plena de revelaciones desconocidas.