Jugo de naranja
A lo largo de estas prosas, Carmen Villoro va tomando los objetos, los pensamientos y las sensaciones que nos acompañan a diario con sumo detalle, para observar en ellos la vida singular que nos recorre a diario. Tenemos así al salero convertido en mezquita de cristal, a los antiguos trenes transformados en animales heridos que cruzan la ciudad y la visión de la mañana como rayas de un tigre que entra por la ventana. Con mirada poética, la autora encuentra un nuevo significado a la vida simple.