Lacan para multitudes
Este libro es, en primer lugar, un homenaje a todas aquellas personas que se reunieron en el año 2014 tanto en la Universidad Autónoma de Puebla (mes de marzo) como en el MACBA de Barcelona (mes de octubre) para escuchar los seminarios que impartí y que llevaron el mismo título que este libro. Dejar ese título es ya una forma de homenajear a aquella inmensa mayoría. ¿Y cuál es la razón que me lleva a hacer ese homenaje? La razón fundamental es que aquellos seminarios tuvieron una función mayéutica consistente en provocarme una anamnesis de algo que tenía enterrado, en lo que Freud llamaría el preconsciente.
Este libro surge, por otra parte, de una contradicción. Decir que vas a exponer a Lacan a las multitudes, un autor tan barroco, conceptista y, muchas veces, culteranista, joyceano, cuyo significante no se deja atrapar, parece una tarea condenada al fracaso de antemano. A no ser que lo banalices, que escribas un texto para dummies, para esas personas que no tienen tiempo, ni ganas, y que en el fondo y en la superficie Lacan les importa un comino. Y, sin embargo, siempre he creído que a Lacan se le “entiende” mejor desde la experiencia cotidiana, desde las angustias, las obsesiones y las alucinaciones, desde la depresión, la soledad y el desconsuelo.
Porque, digámoslo claro, Lacan no habla de matemáticas aplicadas a la ingeniería, habla de lo que somos y de lo que hacemos, del sufrimiento del carnicero, el estudiante, la peluquera, la maquiladora, el político, el profesor, el repartidor de correos, la dentista y los agricultores. ¿Por qué en ese caso no se va a poder narrar la teoría y la práctica lacaniana a toda esa gente que forma parte del pueblo? No se trata aquí de bajar el nivel alto, a veces fuera de onda, de sus textos, sino de llevarlo con toda su sofisticación hasta la multitud.
Por ello, este libro no se limita a exponer las tópicas lacanianas, que lo hace y además detenidamente, sino que entabla en algunos pasajes una relación de conflicto con Lacan, en especial en temas como la homosexualidad, el síntoma, la pulsión y un largo etcétera. Nadie sabe muy bien qué es ser un lacaniano ortodoxo, entre otras razones porque Lacan se movía más bien en la para-doxa, y aunque Jacques-Alain Miller ha hecho una encomiable labor de fijación de los seminarios de Lacan, siempre ha tenido la cautela de no fijar en exceso esos textos, que tienen su punto de partida en una transcripción de la oralidad de Lacan. Y por mucho que posea los derechos legales sobre la obra de éste, sabe que la sutura (sobre el significante y la sutura trató en sus primeras aproximaciones) de esos textos no es posible, de ahí que haya optado por un Lacan milleriano, con sus señas de identidad y sus “creaciones” a partir de la lectura realizada de los seminarios.