Cierra el maldito libro
Este libro es un pliegue de tiempo que así como se abre, se cierra. Podemos decir que es un cuerpo que respira. Sus poemas son pulsiones, ejercicios pasionales que se aferran a su símbolo, a la carne de su casa, su plaza. Es tan personal como cívico. Hay un modo de sostenerse de las emociones que cala. Adán Echeverría se ha caracterizado por un trabajo duro, sin concesiones para el autor ni para el lector. Tenemos por tanto aquí páginas que queman, que tienen filo. Pero también hay una ruta secreta, trazada a través de nombres, coordenadas, breves trazos que nos hacen saber que de lo que habla, es de otra cosa, esa otra cosa que nos une: la poesía como contenido que es expulsado, y el poeta cual estoico que mira la caída, el humo, la tolvanera, y entre la niebla, eros, sudando tras los espejos, rabiando, deja sus arañazos en la piel de este libro que se cierra, respira y se abre.
Andrés Cisnegro