Cumbia para camaleones
La dramaturgia totalmente situada de Valeria, que deja volar hasta ahí nomás la imaginación para no volverla idealista u ondera; e incluso para evitar la traducción. Es que gran parte del teatro argentino de su generación sufrió muchas veces por haber sido escrito para ser traducido, pensando más en los viajes, en la escenografía fabulosa o minimalista y en los escenarios europeos que en el hazmereir porteño, en el trajín “sálvese quien pueda” de Buenos Aires. Pero eso no la vuelve ni localista ni cronista de nada. Es el teatro haciéndose cargo de las comedias cotidianas y dándole una vuelta para entender, como lo hace Valeria, que la risa y el patetismo están al borde del arte, pero no son el arte.