Reseña

Cuando comiences a escuchar esta novela te parecerá que eres una intrusa. Llegarás con Celso, el protagonista de la historia, a despertar a su madre, que reposa de los bochornos de la menopausia. Pregunta con voz de niño aturullado “Ma, ¿estás despierta?”, se acuesta a su lado, le cuenta sus planes, le pide dinero, platican largo y tendido de intimidades cotidianas, y así, sin pedirlo y sin que puedas negarte a ello, te irás enterando de todo lo que pasa en una familia chilanga de finales del siglo veinte.
O mejor, eres la amiga invisible de Celso Viale, vives de a gratis en su casa, te comes la comida de su refrigerador y lo acompañas en su vida inútil mientras que él te va poniendo al tanto de los más escabrosos sucesos del barrio, los parientes y los amigos, minucias que no pediste saber y que a primera vista no tienen ninguna importancia para el relato.
La novela de Luisa Josefina te va llevando entre las ramas, de chisme en chisme. No por nada el título antepone ese “como” que nos regala el símil entre las aves gregarias, bulliciosas, y los debrayes mentales de Celso o el perpetuo chacoteo de los personajes: sus dos amigos, Leonardo Scuderi y Óscar Trueba, zánganos igual que él; sus hermanas, “pederas y acusonas”; el padre que es un “intelectual burgués”, ausente, bueno para nada; un tío chavorruco que suele darle dinero y, en un lugar muy especial porque “esta casa es un matriarcado”, Estela, la madre.