Reseña

Fue la segunda cita de muerte de los dos audaces y muy valientes soldados de la Revolución: álvaro Obregón y Francisco Villa. Acción de armas que quedó escrita de verdad con sangre de hombres. Villa creyó presenciar el fin del ejército del general Obregón, “Ah, perfumado ya me daba el agua al cuello contigo, pero aquí se te llegó tu raya, de aquí no sales”.
Tal era la seguridad de la victoria por parte del general Villa, que, al igual que todos sus jefes subalternos, esperaba de un momento a otro que sobreviniera la dispersión del ejército del genial sonorense, sitiado en la estación de Trinidad. En aquellos momentos, la moral del ejército villista era excelente, pues hasta esa fecha, no solamente se había derrotado a las caballerías obregonistas en su retaguardia y rechazado a los infantes en sus intentos por romper el sitio, en todas sus líneas, sino que todavía se habían ido reduciendo más y más sus posiciones. Por esa razón el estado mayor del Ejército del Norte nunca creyó que cambiara la suerte en tal forma en favor de los carrancistas. Pero la guerra reserva muchas sorpresas…