Reseña

A inicios del siglo XXI el mapa político de la región se redibujó casi por completo. Paralelamente, se generaron amplias y profundas expectativas de cambio en la reconfiguración del poder global en un contexto de relativa declinación hegemónica estadounidense y de nuevos ímpetus por parte de diversas potencias ascendentes por tender puentes hacia América Latina y el Caribe, todo esto enmarcado en un creciente proceso de ‘difusión del poder’ global. Es esencial tener en mente que estamos hablando de un período sumamente complejo, sujeto a fuertes fluctuaciones en el escenario global. En la primera década del siglo XXI, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 tuvieron un impacto significativo en las prioridades y estrategias globales de Estados Unidos, lo que tuvo fuertes consecuencias en toda la estructura mundial. A finales de 2008, se produjo otra convulsión en el horizonte global, esta vez de naturaleza económica, cuando la explosión de la burbuja hipotecaria y la crisis de los activos de riesgo en Washington desencadenaron una recesión económica a nivel global. Estos dos
eventos representaron verdaderas conmociones sistémicas que influyeron en la formulación y configuración de la política exterior de todos los países de América Latina y el Caribe.