Los frutos de Tierra Santa
Esta es la historia de una pareja de judeoconversos originarios de Sevilla, inicia con el enamoramiento de Gonzalo y Ester, hasta que deciden casarse para cruzar el océano y establecerse en las nuevas tierras recién conquistadas. Las aventuras en la Nueva España se desarrollan en distintos lugares del virreinato con el temor de ser rastreados por el Santo Oficio para después, ser devueltos hacia Andalucía nuevamente.
Aunque la pareja trató de llevar sus costumbres ancestrales en la discreción del seno familiar, por el motivo de una cristianización forzada para poder salir de Europa, ellos no escapan de hostigamientos y sospechas de judaizantes por parte de las autoridades del clero secular, llevando a la pareja a serie de dificultades en los primeros años de su establecimiento en la Teoltlalpan, una antigua comarca indígena.
Es un relato de la vida cotidiana de los ibéricos y los criollos en tierras de la Nueva España, habitantes privilegiados que tuvieron que adaptarse a nuevas costumbres y modos de vida en una región campirana no muy lejana a la Ciudad de México. Como es de suponerse, los judeoconversos eran menos rastreados en las zonas apartadas de las grandes ciudades novohispanas, adaptándose a la ganadería en las haciendas y en los ranchos, dando como origen a la charrería.
La intolerancia religiosa de la época, convierte a Ester, en una sobreviviente de los sefardíes dentro de las familias más acaudaladas y de alcurnia debido a su discreción y su carisma; dejando a sus hijos en una situación bastante privilegiada como parte de los frutos judíos de una nueva sociedad novohispana que emerge entre las más cristianas del catolicismo. La historia es un recorrido por la gastronomía sefardita y la gastronomía indígena del nuevo mundo, haciendo una apología de los frutos mediterráneos echando raíces en el suelo novohispano.