Los ajados
La literatura sirve para nada y para todo. Una de las cosas para las que sirve la literatura es para ver. Y ver sirve para evitar extinciones.
En las páginas de Los ajados vi, por primera vez, a un leproso.
Lo vi más allá de las llagas, la piel muerta y los miembros ausentes,
más allá de los ojos que solo recuerdan, lo escuché cantar
cuando añoraba la dulzura de un amor perdido y lo vi tocar la
mano de Dios.
La literatura no solo nos ayuda a ver, sino que, con esa luz
que arroja sobre las cosas, sobre el tiempo y sobre las personas
(reales o ficticias), convierte lo real en verdadero; acerca a nuestros
ojos descreídos y cínicos esas realidades lejanas que están
por extinguirse o desean ser olvidadas. Nos cuenta lo que hay
detrás de las cosas y adentro de las personas, incluso cuando
(quizás, sobre todo) son ficción.