Natasha
Sueños que saltan de la mente del narrador al papel,
y por efecto de la lectura, se implantan en suelo
fértil: la mente del lector, de modo tal que el libro,
funciona como un intercesor demoniaco, abriendo
zanjas, cavando túneles, introduciéndonos a las oscuras
habitaciones donde Eloy, artífice de lo inesperado,
afila las cuchillas de cuentos como El gato, El niño
perdido y Manjares para la cena.