Reseña

"La poesía es juego. El saltar de verso en verso, como si se tratara de un avioncito de tiza en medio de la calle; el arrojar la palabra como si fuera una moneda que tiras a la pared y haces que rebote, a ver si cae en la línea de una hoja (o en el margen, quizás) al estilo de la rayuela; todo ello es parte de la maniobra que la escritura crea a partir, tan solo, de un inofensivo papel en blanco.
“Los Cisnes no llegan a Helsinki” es un libro que nos invita a jugar. A leer poesía como se sortea la vida: no tan en serio, pero sí cachando netas. Porque la palabra puede ser un taladro, como dice José Manuel Villegas, que caer falacias, que desafine las notas, que descubra el punto débil de las cosas. Entre el caló del barrio, la tatacha, el albur y unos buenos tragos retruécanos, José Manuel nos hace viajar al mundo de las entre líneas. Ese mundo donde se aprende a observar a partir de lo que no se puede escribir; que se devela en ese giro que hace el poeta adentro de la hoja, siempre condenado a “consagrar todo lo que mira” (Villegas, 52). Renacer poeta entonces se vuelve un acto necesario de hospitalidad: el dejar atrás el egoísmo, la vanidad de ser “el que tiene la cura”, “el que sabe medir”, el que hace su club de Toby con su compadre, el que se ganó el Aguascalientes (después de sospechosas faenas), el que se compra la farsa de que ser “un buen escritor” consiste en citar de memoria todas las frases mamonas de Bukowski y busca ganarse así su epitafio en esa gran tumba que es la “avenida grande de los poetas consagrados” (que nadie conoce).
La poesía, como bien dice José Manuel, va dirigida a ti, a mí y a todos aquellos que nunca se pudieron pagar un buen traje; que jamás aprendieron a leer, pero que entienden de lo que se habla; y también a aquellos que ni leen poesía ni les importa. La poesía va surcando el mundo entre líneas que se apodera de las ciudades y sus fantasmas, de las colonias populares, de los bares de mala muerte, del tianguis que se pone temprano los domingos, de las rupturas amorosas tras colgar el teléfono. Ahí nace su nido: en el eje central a las 2 am, en el andadero de Madero con harta gente, en la Meche y en el metro Allende. Y llega a echar vuelo hasta Finlandia, como los cisnes, a pesar de las pandemias y los oídos sordos.
Te invito a entrarle al juego. A abrirte camino entre estos versos y prepararte para el arrimón de palabras. Pues, si los cisnes llegan a ti, seguro el mundo será mejor con su poesía."
Astro Damus