25 enseñanzas del Everest. 25 años del primer ascenso femenino latinoamericano
Gracias a Javier Alarcón, la primera persona en despertar la idea de este escrito, en evocar la importancia de aquel momento de mi ascenso a la más alta montaña del mundo. Haberme echado un clavado mental a los sucesos acontecidos no sólo hace 25 años, sino desde mi infancia, me permitieron tener otra perspectiva, más digerida y diferente, que le da la connotación adecuada que nunca antes había tenido, de hecho aún me cuesta trabajo aceptar. Siento inmensa gratitud con mi amigo Antonio Rosique, quien siempre no sólo ha creído en mí como persona, si no que se aventura a llevar cualquier proyecto mucho más lejos de cualquier sugerencia inicial. Toño, tus ideas, palabras, aportaciones y sugerencias son valiosísimas. Mi reconocimiento a mi esposo Miguel Ángel Danel, quien siempre está soportando mis intensidades, a veces locuras, con una sonrisa y su amor infinito que me hace sentir plena, feliz y tranquila. No me la creo a veces, que disfrutes mi exaltación y la crezcas. A mi sobrino Diego Ávila, quien desde el inicio de la idea me ofreció su valiosa creatividad y me conectó con mis editores Claudia y Wilbert, que creyeron en mí y se entregaron desde el primer momento. Gracias por formar un equipo que soñó conmigo desde el día cero que nos conocimos virtualmente. También agradezco a quienes se dieron la media vuelta ante el proyecto, porque me inspiraron a luchar con más ahínco y me permitieron redescubrir a la mujer que desde niña le cuesta trabajo pero se empeña y consigue.