Cuando todo adolece
Entre los quince y dieciocho años, en un nuevo país, en un nuevo colegio y en lejanía del contexto de mi vida; la autora se refugia en las últimas páginas de sus cuadernos recién comprados.
Emigrar de Venezuela a México junto a su familia, fue relativamente lo más sencillo a los quince años. Había conocido este país, tan colorido y lleno de dulces, como turista, mientras que Venezuela afrontaba un contexto muy duro con un final nada cercano. La decisión fue muy fácil, hasta emocionante en su momento. Lo que desconocía, es lo complejo que es la adaptación a esa edad; no sabía, y nadie sabía cómo enseñarle, a pertenecer a un nuevo lugar con naturalidad.
La autora fue la primera en migrar de mi grupo de amigos a la mitad de bachillerato, por lo que sentía una clase de responsabilidad (autoimpuesta) por ser una buena referencia para aquellos que se alegraron por ella en lejanía.