Pingüinos en la luna
EL NIÑO AZUL DE LA PRADERA
I
Mientras sueña, el niño azul mira la luna;
es dios asiendo con tacto la luz en vela,
acariciando el sueño.
La luna del niño azul está en sus ojos,
en el fondo es él.
No se inquieta,
se ofrece espontáneo,
está limpio.
Libre de toda espera vana,
transciende la noche,
se traspasa.
No tiene límites,
no lo celebra.
Sonríe.
Es suficiente.