Burbuja
Con la peste, todas las personas del mundo compartimos una misma experiencia: estar dentro de una burbuja. Desde este aislamiento, membrana semitransparente a través de la cual vimos nuestro mundo inmediato y el mundo global, Gonzalo Vélez escribió un poemario cuya peculiaridad es llevarnos al terreno de la empatía, la remembranza, la identidad compartida, universal.
Y todo dicho con lucidez rítmica, melodía cómica, donde la rima nos obliga —o mejor aún, más amable— nos convoca a abordar la tragedia desde la óptica del arte, que no juzga, incluso cuando profundiza en la red de las interrelaciones emocionales y filosóficas que una experiencia compartida por la humanidad entera pone en juego.
Los poemas de Burbuja son audaces, divertidos; los requiebros conceptuales y el dominio de Vélez de las formas clásicas, modernas y actuales, le dan un tono único, complejo y sencillo. Es esa complejidad de la sencillez la que alumbra un pasado inmediato donde lectores de gracia lúdica recordarán su propia experiencia: la burbuja en la que, aislados al tiempo que conectados, sobrevivimos para contarlo.