Perspectivas interdisciplinarias en psicología, educación, salud y desarrollo humano. Aportes desde la investigación y la práctica
Este trabajo se centra en analizar la relación entre la argumentación y el pensamiento crítico. Sin embargo, uno de los principales desafíos es el hecho de que el término “pensamiento crítico” carece de una definición precisa (Bailin et al., 1999), lo que no solo desdibuja sus componentes, sino que también impide saber cómo fomentarlo y evaluarlo. Por ejemplo, Halpern y Dunn (2021) definen el pensamiento crítico como “el uso de aquedeseable” (p. 2). Esta definición, muy de la mano de la resolución de problemas no atina a concretizar cuáles son esas “habilidades”; las cuales podrían ser cualesquiera de las 13 habilidades de pensamiento enumeradas por Halpern (2001) y que van desde “leer con un alto nivel de comprensión” hasta “aislar y controlar variables”. Por otro lado, algunos auto -res sostienen que la argumentación dialógica – basada en el intercambio de opiniones y en la evaluación de posturas tanto propias como ajenas – es una herramienta eficaz para fomentar el pensamiento crítico, ya que permite a las personas reflexionar de manera profunda sobre diferentes perspectivas y mejorar su capacidad de análisis crítico (Mercier et al., 2016; Mercier & Sperber, 2011). En otras palabras, argumentación y pensa -miento crítico se intersectan. -