Picadura de Barcelona
Barcelona ya no es nuestra. Ni tuya, ni mía. Es del turismo, de la marca, del decorado.
En Picadura de Barcelona, Adrià Pujol sale a caminar por las calles de una ciudad que reconoce pero que ya no le pertenece. Pasea entre ruinas vivas: un idioma desgastado, plazas transformadas en escaparates, esquinas ocupadas por lo útil, lo bello y lo rentable. Fuma, observa, se incomoda. Y escribe.
Este no es un libro nostálgico de crónica urbana. Es una digresión licérgica y afilada sobre lo que se pierde cuando una ciudad deja de ser vivida para empezar a ser consumida. Entre el ensayo, la autoficción y el monólogo interior, Pujol ofrece una cartografía personal y crítica de la Barcelona que queda cuando se borra la experiencia cotidiana.
Con un epílogo de Juan Pablo Villalobos —también caminante, también periférico— que acompaña como una conversación al borde del mapa, esta inyección de realidad nos invita a preguntarnos ¿cuándo fue que la ciudad dejó de ser nuestra?