Cuando por la patria se muere
José María Morelos llegó a ser el más extraordinario de los insurgentes. Primero se superó a sí mismo y se hizo sacerdote con profunda sensibilidad social. Después, convirtió su ministerio religioso en el cimiento de su obra para la salvación de su pueblo. Aceptó formar el Ejército del Sur y se hizo militar. Por su liderazgo y talento también fue legislador. Como estadista, construyó los primigenios poderes del Estado Mexicano: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. En su gloria política, recibió el título de “Alteza” y con humildad prefirió el de “Siervo de la Nación”.
Con su palabra escrita, Manuel Espino acredita que el “cura de indios” aportó, más que nadie, al superior propósito de la Primera Transformación Nacional: la Independencia de México. Destaca cómo el testimonio del caudillo es lección de vida para el presente; y hace comprensible por qué, ya en el camino hacia su ejecución, Morelos estuvo dispuesto a morir para heredarnos un país soberano, con autodeterminación frente al mundo.