Bajo la espesura de los días
El trabajo de la poeta es álgido, duro contemplativo. Las palabras están colocadas con una precisión casi quirúrgica, se puede sentir la noche y leer el silencio, escuchar la ausencia y saborear el amargo café que implica un recuerdo. Este libro es polvo de sol que entra por un hilo de luz desde la ventana, es la calma que precede al huracán de la existencia.
Uno se queda sin pensamientos después de leer este poemario; sólo quedan las ganas de sentarse a observar cómo llega la noche y agradecerle a la autora por enseñarnos a entenderse con el polvo, el silencio y la soledad. ahí radica la belleza que se guarda en estas páginas, en las horas más críticas del alma y el lugar que ocupan en un pasado que no termina por irse, pero siempre nos muestra un amanecer menos ominoso.