Trilema global: nuevo orden tetrapolar, fractura bipolar biosférica, guerra nuclear
Se vive el intermezzo del viejo orden unipolar que no termina de fenecer, al unísono del nacimiento de un nuevo orden tripolar (que sería tetrapolar con India), que aún no acaba de asentar sus reales, lo cual explica la dinámica caótica de la transición en curso.
El concepto de “estabilidad estratégica” ha involucionado y/o evolucionado, dependiendo del caso, entre sus tres superlativos actores (Estados Unidos /Rusia/China) cuando es notorio el declive de Estados Unidos, la resurrección milagrosa de Rusia y el ascenso irresistible de China, lo cual de facto asienta un nuevo orden tripolar como núcleo del ampliado orden multipolar donde el sur global obtendría mejor operabilidad y margen de maniobra. La reconfiguración del poder global también se expresa en el renacimiento del eje euroasiático RIC (Rusia, India y China), concebido por Yevgeny Primakov en 1998, como contrapeso al orden unipolar en ese entonces dominado por Estados Unidos.
Ante la erosión de la hegemonía occidental, Washington ha cometido dos errores estratégicos: 1) la dirigencia del Partido Demócrata —los Clinton (Bill y Hillary) y la dupla Obama-Biden— en su momento perpetró el grave error geoestratégico de empujar a China a una alianza con Rusia, y 2) hoy Estados Unidos, en otro desacierto de cálculo, ha impulsado a India a acercarse a China, en lugar de mantenerla sólo junto a Rusia, donde ya se encontraba. Así, posiblemente Estados Unidos ha perdido la “carta india”, que alguna vez le facilitó equilibrar la influencia china en Asia.
La actual asociación estratégica de Vladimir Putin, Narendra Modi y Xi Jinping ha desencadenado apoplejía en la omnipotente prensa propagandista de Occidente.
¿G3 del RIC sin Trump o G3 con Trump sin India? Curioso, dependerá del mismo Trump; de cómo sepa maniobrar entre Rusia y China. Ahí gravitará la persistencia de la “fractura bipolar biosférica” caótica o el nuevo orden tripolar de Estados Unidos/Rusia/China (tetrapolar con India). Ni pensar en una guerra nuclear donde TODOS los actores bélicos perderían, incluyendo, antes que nada y más que nadie, a TODOS los seres vivientes de la biósfera.