Reseña

Lo que se escribe suele llevar el sello de quien lo escribe, y este texto está escrito por una mujer mexicana, vieja, de clase media, abogada, docente, educadora sexual, agnóstica, defensora de derechos, de izquierda —en el concepto del siglo pasado—, madre de una hija y dos hijos y medio, abuela y con una satisfactoria relación de pareja de sesenta años. Mujer ecléctica o transicional (según Marcela Lagarde o según Mabel Burin), a la que le ha tocado vivir cambios profundos y trascendentes de dos épocas. El escrito sigue una línea del tiempo que recupera la historia de los ancestros de la autora, las bisabuelas, mujeres de pueblo de principios del siglo XX, el abuelo, la abuela y sus hijas, viviendo los cambios de una vida pueblerina a la ciudad de México, en las primeras décadas del mismo siglo, y la vida de la autora y su familia en la segunda mitad del siglo XX, para abrirse a su propia historia y la de su familia, en la ciudad de México, durante las últimas décadas del siglo XX y el primer cuarto del siglo XXI. Narraciones aparentemente aisladas que se vinculan, porque son el continuum de la pertenencia a una misma familia a través de tres generaciones y que van ligando y contrastando, calladamente, las historias de los ancestros con sus descendientes, haciendo evidentes cambios personales, familiares y sociales de la cultura mexicana en las formas de enamorarse, amar, unirse en pareja, hacer el amor, educar, desarrollarse, embarazarse, maternar, paternar, llegar a la vejez y a la antesala de la muerte. Todo descrito en historias, cuentos, anécdotas y hasta poesías. Como el título del libro lo dice, hay un poco de todo; hechos que perduran en el recuerdo al paso de los años y de las décadas por su singularidad en lo doloroso, chusco, vergonzoso, ejemplificante, esforzado, dramático, etc., muchos de ellos intrascendentes y otros que marcaron y definieron vidas.