Reportajes a Dios dar: un año en Así (1940-1941)
En todas las colaboraciones huertianas aquí recuperadas, se aprecia un asomo de humanidad exacerbada, de vívida emoción: el reportero, Efraín Huerta, aboga por la educación, la salud, la justicia y el bienestar y, por el contrario, denuncia las carencias, la impunidad, la injusticia y el abandono de los menesterosos explotados por caciques, acaparadores y patrones insensibles al dolor y la desgracia ajenos; peor aún: olvidados por demagogos e instituciones obsoletas. Asimismo, como solía ocurrir en la crónica decimonónica de alcances sociales, se aprecia un yo (con todas las entelequias de la cultura letrada: las referencias librescas, el trabajo retórico, la condescendencia, el apostolado) que se funde en un nosotros (analfabeta, explotado o amansado). A diferencia de sus participaciones en El Popular o Futuro, Huerta se presenta de cuerpo entero en Así, a la busca de redención de pasadas injusticias y sus consecuencias en el presente; se conduele de niños, mujeres y hombres perdidos en los cinturones de miseria de la Ciudad de México; desenmascara las artimañas de negociantes, explotadores e instituciones sin la menor empatía por sus semejantes; en fin, ante la Justicia ciega (de verdad), el reportero se propone desfacer entuertos y reparar viudas y defender a Andresillos de Haldudos y Caraculiambros con la convicción de que no vive en el mejor de los mundos posibles, aunque siempre tiene la esperanza de una mejoría.