Reseña

La historia narra cómo fue concebida la idea de construir una ruta más corta entre el este y el oeste de los Estados Unidos por la empresa naviera norteamericana Howland and Aspinwall, una de las más importantes de Wall Street, y nos lleva de la mano de su CEO, Henry W. Aspinwall, quien en un principio acarició la idea de vieja data de construir un canal que uniera a través del istmo de Panamá los océanos Atlántico y Pacífico. Aspinwall pronto abandonó el proyecto de la vía acuática y se decidió por desarrollar un ferrocarril, para lo cual contrató al abogado y escritor John Lloyd Stephens y al ingeniero y explorador, James Baldwin. El objetivo de la compañía era facilitar el transporte de correo, pasajeros y carga entre el Este y los recién adquiridos territorios del Oeste de los Estados Unidos. La ruta que empleaban usualmente los barcos para ir del Atlántico al Pacífico daba la vuelta al Cabo de Hornos y resultaba muy larga y costosa. Se utilizaba también la ruta fluvial y terrestre de Panamá, entrando por la desembocadura del río Chagres en el Atlántico y continuando a lomo de mulas por caminos empedrados hasta llegar a la ciudad de Panamá en el Pacífico. El proyecto tiene un giro afortunado cuando la casualidad determinó que al mismo tiempo que se iniciaban las obras del ferrocarril se descubriera oro en California, motivando una estampida de aventureros que partieron del este de los Estados Unidos rumbo al oeste, utilizando principalmente la ruta de Panamá. La construcción del ferrocarril tomó cinco años, tiempo durante el cual sus protagonistas se enfrentaron a un sinfín de calamidades: una naturaleza indomable, enfermedades tropicales desconocidas y mortíferas y la inseguridad de la ruta debido a la afluencia de forajidos. A lo largo de toda la trama destacan el amor, la amistad, el arrojo, la tenacidad y el ingenio de sus protagonistas.