Material de Lectura
Elvira Hernández
Es imposible abrazar la certeza en poesía. Su base radica en la palabra y el lenguaje es siempre materia voluble, una serie de códigos urdiéndose para componer una imagen. Se trata de desanudar la palabra que, como plantea Elvira Hernández, está censurada y para poder desmontar esa censura, uno necesita entrar a traducir. Hay que estar con los ojos bien abiertos. El artista es aquel que tiene el control de todo. Yo diría que tengo muy poco control. Soy menos artista. No soy tan moderna. Este autodiagnóstico es ejemplar para resumir su trayectoria. Una poética sólida, compuesta por variados poemas fugaces y fugados, que ha evitado reproducir itinerarios programáticos. Una obra basada en pulsaciones, referentes cotidianos, obsesiones temáticas y, sobre todo, merodeos por aquella zona difusa que existe entre el territorio y el lenguaje. La multiplicidad de registros y temas que irradian los poemas de Hernández es casi abrumadora. Veladas –o encriptadas– referencias cinematográficas, la historia política reciente y su tragedia, reflexiones sobre la cultura de pueblos originarios, reescrituras irónicas sobre el arte “contemporáneo”, una marcada preocupación por la naturaleza y la erosión que le producimos, citas y asomos de distopías sci-fi, versos sobre plantas, pájaros, animales, frutos, dichos populares, una documentación de los cambios arquitectónicos que se generan en diversas ciudades, etcétera, etcétera. Pero como buena andariega, ninguno de estos rasgos domina la escritura.