Maximiliano y su diario de 1863 (la construcción de un emperador vista por un mexicano)
La historia en el imaginario colectivo cuenta que Maximiliano vino a México influido por la desmedida ambición de Carlota, que los conservadores lo engañaron y éste, a su vez, los traicionó al rodearse de ministros tan liberales como su política. Pero la historia es diferente: vino porque lo envió su hermano el emperador de Austria Francisco José porque le era incómodo por su popularidad, porque los polacos y los húngaros lo buscaban como rey; los primeros durante su rebelión contra los rusos, los segundos porque aspiraban a separarse del imperio austro-húngaro influidos por la unificación de Italia y de Alemania, políticamente era un escollo. Conforme se desarrollaron las negociaciones entre los conservadores mexicanos y las monarquías francesa y austríaca, Leopoldo I, rey de Bélgica quien a toda costa quería ver coronada a su hija, introdujo en la mente de ésta, la princesa Carlota, la idea de que su esposo Maximiliano era merecedor de una responsabilidad mayor, después de su amarga experiencia de gobernar la Lombardía. Tal es, en sustancia, el inicio de la aventura mexicana del archiduque Maximiliano de Habsburgo, pero poco sabemos sobre éste por lo que el autor decidió darle la palabra para conocer su punto de vista sobre las negociaciones a partir de la minuciosa consulta de su archivo personal depositado en Austria y Viena y de su diario de 1863, que ayudarán a comprender su actitud hacia lo que cambiaría su destino el año previo a su llegada y dos después de iniciar negociaciones para su venida. Eliminadas sus dudas sobre su destino se preparó con cuidado para gobernar; al llegar a México sabía quién era quién en la sociedad, conocía la historia del país. Una historia diferente a la del imaginario colectivo.