Antonin Artaud. Obra selecta II
De camino a México, en 1936, Antonin Artaud realizó una escala de cinco días en La Habana, célebre por su visita a un «sorcier nègre» que le obsequió una espada a modo de resguardo. Al margen de ese episodio, recurrente en sus escritos y cartas, apenas se sabía algo más sobre su estancia, como no fuera la mención a ciertos artículos que publicara en revistas habaneras.
A lo largo de la década de 1970, Paule Thévenin se lanzó a la búsqueda de esos textos tras acceder, gracias a Alejo Carpentier, agregado cultural del gobierno cubano en Francia, al nombre de las publicaciones. Por más de ochenta años, estos escritos soportaron el más intrincado olvido. Se trata de los sobrevivientes de un archivo que se consideró cerrado para siempre, como si la conclusión de la editora de Gallimard sobre las «grandes dificultades» para hallarlos se hubiera vuelto una lápida.