El eco de mis años
Pensamientos de un espíritu inquieto
Guadalupe Cisneros Figueroa nació en un pequeño pueblo llamado Unión de Tula estado de Jalisco. Fue la octava y última hija de una familia humilde, marcada por la adversidad desde muy temprano: a los tres meses de edad quedó huérfana de padre. A pesar de las dificultades económicas y emocionales que vivió desde niña, Guadalupe demostró desde muy joven una fuerza interior inquebrantable y un profundo deseo de superación, gusto por los estudios y el arte.
Su sensibilidad y amor por las palabras la llevaron a encontrar en la poesía una forma de expresión que la acompañaría toda su vida. Inspirada por su entorno, por su historia y por los sentimientos más profundos, Guadalupe fue cultivando una voz poética auténtica y conmovedora, que reflejaba tanto las luchas como las esperanzas de su vida cotidiana y su entorno.
Con gran esfuerzo y dedicación, completó sus estudios como secretaria taquimecanógrafa, lo cual le permitió abrirse paso profesionalmente en un mundo muchas veces limitado para las mujeres de su tiempo. Durante su juventud, trabajó como secretaria en el Banco Ejidal de México, un cargo que desempeñó con eficiencia, responsabilidad y gran orgullo.
A los 24 años contrajo matrimonio con el ingeniero mecánico, Héctor Francisco Medina y juntos formaron una familia de siete hijos. Su maternidad no solo fue un pilar en su vida personal, sino también una fuente constante de inspiración en su obra poética. A través de sus versos, Guadalupe dejó testimonio del amor, los retos y la esperanza que marcaron su caminar como ciudadana, madre, mujer y soñadora incansable.
Guadalupe Cisneros Figueroa es ejemplo de resiliencia, de trabajo constante y de pasión por el arte. Su vida es una historia de superación, de compasión por el prójimo y amor por su familia, narrada en silencio a través de su poesía y su ejemplo.