Dibujos en el refrigerador
Dibujos en el refrigerador es un poemario que construye una biografía emocional, a través de una voz poética profundamente sensorial, lúcida y desarmada. Aurora González de Mendoza articula una obra que, lejos de ser solo confesional, es un ejercicio de arqueología de sí misma, donde cada poema es una pieza rescatada del refrigerador de la memoria —ese espacio doméstico, cotidiano, pero también misterioso, frío y lleno de restos simbólicos.
La estructura está dividida en ocho secciones que siguen un eje cronológico y evolutivo: del vientre materno y el lenguaje balbuceante de la infancia, pasando por el extrañamiento del cuerpo en la adolescencia, hasta la fractura y soledad de la edad adulta. El poemario destaca por una precisión lírica que se alimenta del dolor y de la observación minuciosa del entorno íntimo: la casa, la familia, el cuerpo, el peso, el lenguaje, la herencia materna, el deseo, la pérdida.
Aurora escribe desde una conciencia aguda de la vulnerabilidad, pero sin sentimentalismos. Su escritura es clara, directa, con imágenes certeras: “crecer es una trampa, / cada pastel de cumpleaños una piedra de resortera”; “mi infancia es un pichón lastimado sobre el pavimento”; “las estrellas de plástico son luciérnagas industriales”. La mirada poética combina lo doméstico y lo metafísico, lo irónico y lo sagrado, lo animal y lo femenino. Hay una melancolía constante, una pulsión por recordar lo que fue y por comprender qué ha dejado de ser.
La voz que enuncia no teme decir “Paícho” en vez de “pajarito”, ni nombrar su orgasmo interrumpido; no teme hablar del peso, de la casa como encierro, del padre ausente o la madre llorando entre canela. A la vez, hay una voluntad de juego: espejos, caleidoscopios, dibujos, muñecas, puntos por unir. El imaginario infantil no es decorativo, sino una clave para entender cómo se forma —y cómo se desintegra— la identidad.
El título funciona como metáfora de toda la obra: dibujos que son expresión efímera de una etapa vital que ha quedado fijada —con imanes— en la puerta del tiempo. El poemario no sólo conserva esos dibujos, sino que los relee, los descompone, los reinterpreta desde la adultez