 
                            Diario de un hombre sentado en la plaza
Este diario testimonia al hombre que encontró, en la sencillez de una plaza, refugio para la mirada y la reflexión. Cada mañana, con la rutina de quien consuma un ritual sagrado, se sienta en la misma banca, desde donde observa el desfile incesante de personas, animales, sonidos y silencios. Allí, en el anonimato de un rincón urbano, descubre mundos cotidianos, historias en los gestos, belleza en lo efímero.